domingo, 26 de junio de 2011

LA CAUSA DE LA GUERRA CRISTERA

En la Guerra Cristera se dieron muchísimas muertes de muchos mexicanos que amaban a su patria , pero sobre todo amaban a Cristo Jesús, a María y a Dios Padre. Varios de esos mexicanos pertenecieron a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana ( A.C.J.M. ) y hoy algunos serán hechos santos, el día 21 de Mayo del 2000.
En esta parte 2 , veremos como se dieron tantas muertes en todo el país de varias personas y de varios acejotaemeros.
Centenares de mexicanos seglares ofrecieron oblación en la cristiada: los que, sin ninguna ambición personal se lanzaron al campo, inermes casi, y a exponerse a sufrimientos atroces cotidianos y a una muerte fácilmente previsible, sólo por defender los derechos de Dios, realizaron la hazaña más gloriosa que podía realizarse. Otros muchos "votaron con sus vidas" sin haber tomado nunca las armas; pero su voto era evidentemente válido también, y se les discute aun menos que a los otros.
A José Valencia Gallardo, de León y de la A.C.J.M., le arrancaron la lengua porque animaba a sus compañeros de martirio... Le cortaron la mano que había podido desprender de las ligaduras y señalaba al cielo. Y lo acribillaron a tiros y deshicieron el cráneo a culatazos. Nicolás Navarro, golpeado en la cara hasta quebrarle los dientes y hacer saltar sangre por los ojos: "¡Animo, compañeros, acuérdense de la causa que defendemos!" Apuñalado expira diciendo:"¡Sí, yo muero por Cristo, que no muere jamás! ¡Viva Cristo Rey!"Había, además, perdonado a sus verdugos, rasgo frecuentísimo en estos mexicanos testigos de Dios. Otros cinco jóvenes murieron con éstos.


Fusilamiento de un cristero

La osadía del Gobierno no perdonaba a nadie y por medio del Ejército mataron a muchas personas sin importar la clase social , rango religioso , edad o estado de salud , incluso hubo muchas muertes de niños. Muchos murieron con una gran valentía, con un gran entusiasmo , con gran amor a su Dios y a su Iglesia .
En el grupo de Parras, destaca Antonio Acuña, 20 años que se yerguen ante los mercenarios que van a asesinarle: "Ustedes son soldados pagados. Son del mal gobierno, y van a disparar sus armas contra mí, que soy soldado de Cristo Rey".


Eulogio Ortiz quería obligar al P. Mateo Correa, de Valparaíso, Zac., a que revelara la confesión de los cristeros a quienes iba a fusilar. "Puede Ud. fusilarme, pero no ignora que un sacerdote debe guardar el secreto de confesión. Estoy dispuesto a morir". Y muere con los otros. Sacerdote fusilado
 A un chiquillo de 13 años, preso por cristero, le proponen alistarse en el ejército, a cambio de la vida: "Primero muerto. Odio al gobierno perseguidor. Es mi enemigo. ¡ Fusílenme ! " Se llamaba José Sánchez del Río y era de Sahuayo. Por sus calles atravesó, a las once de la noche, vitoreando a Cristo Rey. La fosa estaba ya cavada. Deja un recado a su madre:"Que nos vemos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey!" y es muerto de un tiro en la cabeza.
Es también en Puebla , dónde la Guerra Cristera causa estragos . Uno de los primeros mártires, el comerciante poblano José García Farfán. En el aparador de su tienda había letreros subversivos: "Sólo Dios no muere ni morirá jamás. Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera ¡Viva Cristo Rey!"El no arrancarlos fue su crimen. Al fusilarlo, el jefe del pelotón lo provocó: "¡A ver cómo mueren los católicos!" "Así", repuso el viejo, apretó un crucifijo contra el pecho y gritó: "¡Viva Cristo Rey!"
El párroco de Chalchihuites, Zac., don Luis Batis, aprehendido con sus muchachos de la A.C.J.M., intercede por ellos: "Yo le doy mi vida. Disponga de ella; pero no les haga nada a estos jóvenes. Mire: este Manuel Morales es casado, tiene su esposa y sus tres hijos pequeñitos. Estos dos jóvenes son el sostén de sus familias. Tienen sus madres ancianas que no cuentan con más apoyo que ellos". Tercia Manuel Morales: "Mire, señor Cura, con gusto doy mi vida y se la entrego a Dios. El cuidará de mi esposa y de mis hijos. Que se haga la voluntad santísima de Dios". Los otros se llamaban David Roldán y Salvador Lara. Todos gritaron: ¡Viva Cristo Rey!
Cristeros colgados
Aquí en la foto, podemos observar a cristeros colgados a un lado de la vía férrea. Escenas de este tipo muestran la gran crueldad del Gobierno, donde más adelante, según se defendia la Soberanía Nacional.
Este "votar" con vidas fue tan repetido, que el relato sólo puede ser tan monótono como el de los que votan 'con papeles sellados en la oficina municipal' "A veces hay colorido especial, como en la muerte de aquel Tomasito de la Mora, seminarista colimense, de la A.C.J.M. y de la Liga. Amenazado, no desistió de ayudar a los cristeros del Volcán. Lo dejaron escoger el árbol en que lo ahorcarían y tuvo el rasgo de humor de escoger uno bajo el cual había reposado Juárez, "para que ya no fuera lugar de maldición". El soldado le iba a echar el lazo, y el muchacho no lo dejó: "No me toque, desgraciado. Me mancha. Porque ustedes son soldados del diablo, y nosotros de Cristo Rey". Le preguntan su última voluntad: ante Dios tengo muchos asuntos que arreglar: primero, pedirle que quite la venda que ciega a ustedes; pedir por mis padres; pedir por la Iglesia y por la Patria. Nada pido por mí: Cristo tiene méritos adelantados para salvar a millones y sé que El me salvará porque soy de los suyos y muero por El. ¡Que viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!".
Con el Padre Miguel Agustín Pro cayó su hermano Humberto, íntegro muchacho, dedicado en cuerpo y alma a la propaganda religiosa. El Padre Pro impartía su ayuda ministerial confesando en una banca del Paseo de la Reforma, predicando a choferes y albañiles, proveyendo despensas de familias caídas en la miseria por causa de la persecución. Tras ellos rodó Luis Segura Vilchis, él sí complicado en el fallido intento de la bomba contra Obregón. Tenía preparada admirablemente la coartada, y por testigo nada menos que al propio Obregón, al que se atrevió a acercarse y a hablar, en los toros. Se entregó para salvar a los Pro, que él sabía inocentes. No los salvó ni se salvó, porque la felonía no cumplió su palabra. Así que él murió, no por dinamitero, sino por la caridad para con sus hermanos. Y murió, como las mismas fotografías lo muestran, sereno, erguido, confiando únicamente en Cristo. Duerme en el Tepeyac ¡a unos 6 metros de don Antonio López de Santa Anna!
Juan Bonilla Manzano, joven impresor, acejotaemeros de Tlalpan, de la Adoración Nocturna y de la Liga, fue de aquellos soldados improvisados del grupo del Ajusco, faltos de todo, salvo de desinterés absoluto. Lo cogieron por traición de un hacendado (de San Diego de Linares, Méx.) y fue fusilado con los brazos en cruz, precisamente a las tres de la tarde del Viernes Santo de 1927 (15 de abril), en el Monte de las Cruces. De él, como de pocos mártires, quedaron relativamente abundantes escritos del fin (su diario, cartas a su madre y a su novia).
En la foto, vemos el fusilamiento del sacerdote Agustín Pro Juárez el 23 de Noviembre de 1927 Muerte del sacerdote Agustín pro
Observemos que fueron muchas muertes , todas se dieron se manera diferente y en circunstancias diferentes, varias de estas fueron muy tristes y lamentables , pero siempre con el consuelo de la vida eterna que Dios dá, a los que mueren por El.
Porque las mujeres no se quedaban atrás, aunque no todas se alistaran en los Batallones de Santa Juana de Arco para abastecer a los cristeros, correr el albur de burlar a los de Calles o ser burladas y destrozadas por ellos. Pero dondequiera florecía el heroísmo... La madre de Valencia Gallardo, al recibir los restos de su hijo, le besa los pies y se vuelve a la Virgen: "¡Mártir! ¡Gracias, Madre mía! Era tuyo". Y aquella otra, ante su muchacho, al que azotaban porque repartía hojas del boicot, y querían hacerle revelar nombres:"¡No digas, hijo!".
María de la Luz Camacho se pone su traje mejor (de seda verde) para ir a ser acribillada por las balas de los camisas rojas de Garrido Canabal, en Coyoacán... Aquella profesorcita, Éster Alvarez, asesinada en Tajimaroa, por llevar a sus alumnas al templo...


En un triste capítulo tienen que ser escasas las páginas escritas por los mexicanos que usaron sangre por tinta, o que por lo menos estaban en disposición generosa para derramarla. Sus hermanos y sus hijos viven y alternamos con ellos. Viven los mismos ideales que aquéllos y se esfuerzan por no revolverse, ya que deben crecer juntos con los ramos degenerados de la estirpe.

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